Humedad

Estaba el mar allá, y yo en la playa, acá. El sol no quemaba pero sí el calor en la arena (o en las venas). Pensé que si entraba en él, él entraría también en mí y, sumergida en sus profundidades, lo sentiría sumergirse en las mías. Temí al placer de su humedad cubriéndome la piel desnuda (la pasión manifiesta). Pasaron las horas y se alejaba de mí, dejaba un rastro oscuro para que lo siguiera. 

Lo seguí. 

Lo sentí. 
Minúscula muerte, trance sutilmente agónico.

Frío y espasmos. 
Me dejé llevar por su corriente hasta lo más profundo. 

Distensión y calor. 
Me dejé arrastrar hasta acabar sola en la ribera.

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