Verano de despedida

el ritual de las cuatro am va desde la camisa celeste de marzo hasta la polera negra de enero;

va desde la cabeza ladeada y la media sonrisa de no estar seguro de si era yo quien se acercaba,
hasta los ojos tristes de estar completamente seguro de que era yo quien se alejaba;

va desde el tímido saludo (y mi sensación de que algo importante iba a cambiar)
hasta el irrefrenable beso de despedida (y mi seguridad en que definitivamente todo había cambiado).

1.

me adentré directo hacia la corriente con la paz del que juega en la orilla,
¿qué más podía esperar, si yo ni siquiera sé nadar?

El silencio

mira, 

mira ese sutil movimiento.

la respiración del uno 

no se junta con la del otro. 


siente, 

siente la piel que sí se toca. 

un suspiro y, 

de respuesta, 

un escalofrío. 

de pronto se acompasan los latidos. 


calla, 

calla tu corazón acelerado. 

los cabellos también se pierden en abrazos. 

la luz. 

el contorno de sus cuerpos 

en una sola figura.